domingo, 29 de junio de 2014

JOSE BATLLE Y ORDÓÑEZ EL INTERPRETE DE LOS SUEÑOS DEL PUEBLO

2a Parte.- Vigencia del Pensamiento de Batlle Ordóñez

“Cuidemos que no se desmorone ni resquebraje o se eclipse su ferviente ideal de libertad, su  moral política y administrativa, ni cese el imperio del derecho, ni se convierta la plaza pública en un mercado de fáciles favores, ni se apague aquella tremolante aspiración que movió multitudes, de incorporar cada día a las instituciones y a las leyes una nueva medida de progreso y de justicia”.- ya decía hace medio siglo su amigo y compañero  de luchas políticas, José Serrato, en el suplemento de “El Día”, dedicado al primer centenario del nacimiento de José Batlle y Ordóñez. Estas palabras pronunciadas en la década del ’50 mantienen hoy vigencia, aun en el siglo XXI, merecedoras de ser tenidas en cuenta.


Si observamos el escenario en el que se movió Batlle comprenderemos sus inquietudes y su acción, entenderemos que su obra se agiganta en el tiempo y que la riqueza material, moral, cultural y social son el objetivo que guió su labor.

Seguir el ejemplo de Batlle es planear grandes obras con la finalidad orientada hacia el porvenir, creando riqueza y trabajo, atendiendo al bienestar colectivo y consolidando en la ayuda social el progreso  y bienestar  del país.

A comienzos del siglo XX, ya decía Batlle, que el gran mal del país no está en las leyes sino en la apatía que de él se ha apoderado, en el abandono que hace de sus más preciados derechos sin protestas ni esfuerzos. 

Lo que hay que reformar no es la ley, buena o mala dará el mismo resultado. Hay que reformar el modo de ser de las colectividades políticas y de los hombres que la componen. Ir a la acción, vivir en perpetua  acción, siempre esforzándose por llegar a un estado mejor. No importa que se haya combatido por muchos años sin  tener resultado alguno, los tiempos no son iguales, los hombres las circunstancias, los sucesos cambian constantemente y lo que no se ha obtenido en 20 años puede obtenerse en un día. Debe obtenerse si es verdad que la ley del progreso rige la evolución de todas las naciones civilizadas. El país debe organizar sus fuerzas, perseverar y asi podrá vaticinar sin temor  a equivocarse que su situación política entrará en una segura  mejoría. Aquí no solo se aprecia la vigencia de su pensamiento sino la vision de futuro de este gran estadista uruguayo.

Sus ideas se confunden con sus sentimientos originando un producto nuevo en el cual o prodría separarse sin modificarlo sustancialmente lo racional de lo afectivo. Batlle poseía el milagroso poder de voluntad, fe iluminada y optimismo inagotable.

Creyente laico, se movió y accionó sin esperanza de bienes inmediatos, pertenece a la historia, solo así se explica su tenacidad, que constituye el móvil primario de su acción política. Obstinado en su accionar cuya vasta obra sería imposible de concebir sin esa cualidad, ni el germen de eternidad que guarda en sus entrañas asegurando si imposición en el presente.

Su  honradez escrupulosa en lo material y moral lo llevó a no faltar jamás a los compromisos adquiridos con amigos y ante la nación. Empeñó  su palabra sin que lo obligaran preceptos legales ni exigencias de los hombres.

Los programas de gobierno que precedieron a sus dos administraciones fueron la obra espontánea de Batlle, comprometido ante la conciencia pública, únicamente por un mandato de su voluntad, por un anhelo democrático; manifestar al pueblo la orientacición que habría de imprimir a su labor de gobernante. Con hondo espíritu republicano expuso su programa de futuro de manera analítica y minuciosa, con lo cual reducía considerablemente las posibilidades de movimiento o de cambio.

Si se trata de ideas, Batlle mostró la misma honradez, cuando consideró que un proyecto habia de contribuir a la felicidad del pueblo. No lo detuvieron sentimientos de estima o amistad siguiendo el camino trazado aunque para ello hubiera sido  necesario sacrificar afectos fraternales.
Teniendo como norte la felicidad  de la República y como fuerza impulsora la fe en las propias convicciones, continuó inalterable en marcha rumbo al ideal porque su honradez lo obligaba al cumplimiento del deber aunque el alma sufriera, en lo íntimo crueles desgarramientos y en lo material esa escrupulosa honradez lo llevó a actitudes heroicas.

Como periodista, desde  “El Día”, Batlle realizó, la obra más grande que hayan contemplado los pueblos de América. Diariamente, con extraordinaria perseverancia de trabajo, expuso desde aquellas columnas su doctrina política. Su propaganda periodística, no es solo la obstinación de la prédica dia a dia renovada, era el método que utilizaba para profesar la verdad.

Su enorme prestigio nació de su real grandeza, de su absoluto desinterés y de su altruismo intangible.
Batlle rigió su conducta con criterio profético, sembró para el futuro. Solo concedió trascendencia a las grandes soluciones, a aquellas capaces de vencer al tiempo y perdurar como etapas luminosas en el curso indefinido de la historia.

Amaba entrañablemente al Partido Colorado, lo deseaba fuerte, grande, dueño y señor de sus propios destinos. Lo soñaba libre, desplegando una acción particular, independiente de toda influencia extranjera.
“La base de la cultura de un pueblo es el trabajo y la riqueza que de él resultan..”

“Estudiantes: vosotros sois el porvenir… vosotros sois la sinceridad y el entusiasmo… si algo se hace ahora, vosotros sois los encargados de consolidarlo y engrandecerlo. Mi entusiasmo se acrecienta en vuestra presencia y me siento con fuerza multiplicada para realizar la obra que de mi esperáis.

Estoy ya en  el declive de la vida, pero mi corazón palpita como los vuestros…
Me siento joven en este momento en que me rodeáis y me aclamáis.
Esperad conmigo días felices para la patria, días de grandeza, los días con que soñamos. Os invito a dar un viva: Viva el porvenir!”.

En estas palabras radica fundamentalmente la grandeza y el objetivo de su obra, construir para el presente y el futuro, trascender, vivir a través de ella. Su sueño se ha cumplido, en lo que a perdurar en el tiempo del ideal Batllista en sus seguidores se refiere.

Al Uruguay de hoy, le hacen falta hombres de gobierno con aquella escrupulosa honradez, que predicaba con el ejemplo conduciendo los destinos de ese país que el mismo forjó. Grande estadista con probada honradez cuyo único interés era la felicidad y bienestar del pueblo.


Rescatemos estos valores Batllistas que han quedado dormidos en sus partidarios, unidos en aquellos mismos ideales que “Don José” profesaba, ideales de justicia, honestidad, cristalinidad y una entrega total y desapego material que redunde en beneficio del pueblo y así mantener viva esa llama por la cual él bregó y su sueño de trascender hasta nuestros días a través de su gigantesca obra.

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